lunes, 25 de julio de 2011

Venecia

Nuestra aventura Veneciana comenzó de forma un poco estrepitosa. Como de costumbre salimos corriendo del hostal con los bultos a cuesta y cargadas de provisiones para sobrevivir a 12 laaaaaaaaaaaaaaaargas horas de tren. Parecíamos un rebaño de ovejas parlanchinas pastando por el metro y Montse nuestra líder. Entre las quejas y el despiste acabamos llegando a una estación que no era y entonces fue cuando comenzó el verdadero caos. Al "corre corre" se sumaron unos cuantos madrileños desorientados que habían cometido el mismo error que nosotras. En cuestión de 10 minutos, todas sin aliento llegamos al tren aliviadas. Pobrecitas, no sabíamos la noche que nos esperaba...

El tren a Venecia era un antro-móvil, tuvimos que separarnos en dos vagones. Al principio parecía que la noche iba a ser una tortura, pero entonces fue cuando se produjo el mayor descubrimiento de todos!! Los sillones eran reclinables! La emoción se apoderó de nosotras, casi se nos saltan las lágrimas ¡Que subidón! Bueno... la motivación cayó en picado cuando tuvieron que apretarse 5 personas en un espacio diminuto ( aquello parecía el Tetris) y más aun cuando llegaron dos extranjeros reclamando su sitio. Al día siguiente y tras una horrible noche, llegamos a Venecia recubiertas de sudor y con dolores por todas partes ( excepto Ale y María que aparentemente pueden dormir bajo cualquier circunstancia!!). Para colmo, resultó que no habían trenes de noche así que tuvimos que ingeniárnoslas para buscar un albergue para 9 personas, misión imposible. Tras casi 40 minutos en las cabinas, 3 euros gastados en el maldito teléfono y mucho estrés después, conseguimos un hostal que costaba 33 euros ( bastante caro la verdad), pero teniendo en cuenta que la otra opción que teníamos era quedarnos a pasar la noche tiradas en la calle, cerca de un canal infestado de ratas nadadoras mutantes, decidimos irnos al hostal y pagar lo que fuera necesario. Mientras esperábamos al vaporetto, un viejo cascarrabias decidió que la mejor manera de abrirse paso era repartir golpes con su bastón, además el personaje creó una especie de conspiración malvada con otros veteranos para criticar a la juventud pensando que no nos enteraríamos.

El albergue en sí no estaba nada mal, era de lo más acogedor. Lo primero que hicimos fue visitar la mítica plaza de San Marcos y el campanario, además de pasear por los infinitos canales. Al llegar a la piazza de San Marcos, nos sentamos cerca del canal y presentíamos el mayor desfile de "tíos buenos" jamas visto, un montón de gondoleros posando para nosotras. Tanto nos cautivaron que decidimos designar uno para cada una, Nati fue la mas afortunada; 1 metro 90, musculoso y guapo. El resto nos conformamos con cuarentones calvos y regordetes.
Enamoradas de las góndolas comenzó la búsqueda de una buena, bonita y por supuesto barata; Paseamos por toda Venecia comparando precios y regateando hasta que por fin nos decantamos por dos góndolas cada una a 80 euros ( una pasta, pero es algo que se hace una vez en la vida)! Nos subimos en el barquito gritando y riendo como locas con la cámara en mano. El paseo no fue muy largo pero los gondoloides (apodados así por Julia) resultaron ser unos cachondos.
Cada vez que pasábamos cerca de otra góndola chillábamos todas al unísono " Manópolo vai culo da a tomare ". Ale y Sofi se levantaban en cada puente para tocar el techo , Soo no paraba de sacarse fotos haciendo que toda la góndola se tambalease, Carlota estaba asqueada con el agua de culo y obsesionada con las ratas nadadoras, Miri descubrió lo asquerosos que son los bichos venecianos y yo aluciné con el desparpajo de los italianos cuando un gondolero me confeso su amor.

Tras nuestra aventura a bordo de las góndolas, decidimos ir al super a comprar la cena ( por supuesto nuestro yoghurt Müller de fresa) y después retirarnos a nuestro hostal para descansar ya que a la mañana siguiente debíamos coger el tren hacia nuestro últimos destino, la cuidad eterna, Roma.

Besos babosos!!

Juliaaa :D and company.

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